Cuando hablamos de consultoría en gestión pública, muchas veces se imagina un rol directivo, externo, que “indica el camino”. Pero la realidad —y la práctica— nos demuestran otra cosa: acompañar no es dirigir.
Acompañar es estar presente con respeto, comprender los ritmos de cada localidad, trabajar junto a los equipos técnicos y políticos, y construir propuestas que respondan verdaderamente a las necesidades del territorio. Es un ejercicio de escucha activa, de empatía institucional, de lectura fina del contexto.
Desde mi experiencia como exintendente y actualmente como consultor en planificación urbana, sé que cada municipio es único. No hay fórmulas mágicas ni soluciones que se puedan copiar y pegar. Lo que sí hay es una metodología de trabajo colaborativa, basada en la escucha, el análisis técnico, la participación y el diálogo constante con quienes toman decisiones todos los días.
Planificar el crecimiento urbano, diseñar políticas públicas, gestionar el suelo, organizar servicios, pensar la movilidad o impulsar la producción local: todas estas son tareas que los municipios enfrentan con realidades muy distintas. Por eso, el acompañamiento tiene que ser flexible, cercano y profundamente adaptado al territorio.
Mi convicción es que la buena consultoría es la que se construye junto al otro, sin imponer, sino sumando herramientas, conocimientos y experiencia para que los gobiernos locales se fortalezcan en su capacidad de decidir y transformar.Porque cuando los municipios crecen con planificación, participación y mirada estratégica, también crece el territorio en su conjunto.









